Puede que las utopías sea de lo poco que mantengamos firme siempre a lo largo de la vida. En la juventud, la utopía se erige como el sueño plasmado en el horizonte; ese porvenir que mezcla deseos con ambiciones colectivas. En la madurez, la utopía se constituye como el bálsamo de darle aún sentido a la existencia, entre tantos sinsabores y la impotencia sobrevenida de que (quizá) las cosas no han salido del todo tal como lo habíamos planeado años antes. Esa misma utopía, al fin, en la vejez se antoja como la puerta hacia la transcendencia; utopía como garante de desenlace ordenado y tranquilo, como hilo conductor de que todo lo que hemos hecho guarda una cierta congruencia, mayor o menor.
Luis Pastor actuó la tarde del domingo en Santa Brígida. Y con sus letras habló de utopías expresas y tácitas. Los cantautores revisten la alegría coral de la autoestima pues saben contagiar con su ritmo y compromiso social el latido preciso al día a día. Es verdad que los cantautores han atravesado malas rachas y han sido sustituidos por otro tipo de música. Fueron importantes en la Transición, a rebufo del Mayo francés, y, sin embargo, llegada la década de los ochenta los removieron el pop y otros estilos más comerciales.
El cantautor como un trotamundos forma parte de las utopías de la izquierda. Pastor comparó al exilio republicano del 39 que cruzó la frontera con Francia como buenamente pudo, pertrechado de penurias, con el pueblo palestino en la franja de Gaza. Este último es un genocidio en toda regla, mas la sed de justicia es consustancial a las personas. Los bombardeos que sacudieron al Viejo Continente durante la Segunda Guerra Mundial tuvieron su antesala en las bombas vertidas sobre Madrid, Barcelona, Bilbao, Guernica… La Guerra Civil fue un laboratorio para la aviación de la Alemania nazi, siendo esta decisiva para que Francisco Franco y sus conmilitones golpistas triunfaran, incluso, contra la democracia burguesa y liberal ideada en los inicios de la Segunda República.
La barbarie es lo contrario a la utopía. Y Santa Brígida, como remarcó su alcalde José Armengol, inauguraba una ‘Semana por la Paz’ a son de Palestina que remató el concierto de Pastor. El cantautor se comió el escenario, lo devoró. Le sobran tablas, y a esto se le suma que siente lo que escribe y canta. Cuestión esencial para un artista y un intelectual. La impostura es lo contrario al arte, el pensamiento, la autocrítica y el compromiso social. La impostura es a la muerte lo que la utopía a la vida.