Un par de días antes ya se aceleraba la noticia de que el registro de la moción de censura en Valsequillo estaba al caer. En realidad, hace tiempo que (a juicio de los censurantes) se tenía que haber presentado, mas unos temores u otros lo frenaron. Temores que, desde luego, no residían en Valsequillo sino en otras instituciones y en las cúpulas de los partidos. En realidad, de escaso fundamento pues el margen de maniobra de los correligionarios insulares del hasta ahora regidor valsequillero es escaso. ¿Acaso van a montar un lío en el Cabildo de Gran Canaria o en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria de la mano de la extrema derecha? Eso supondría el final, antes de empezar, de los compañeros de viaje de Francisco Atta.
Por su parte, hace unos meses ya Atta declaró públicamente que este sería su último mandato como primer edil en el municipio. No lo dijo porque estaba pensando en que se iba a producir lo que en el presente ha acontecido y que se votará el próximo día 18 de noviembre, sino porque sus aspiraciones políticas están en otro lado. Razón: Cabildo de Gran Canaria, ir en la plancha de los municipalistas en 2027.
Todo se les ha complicado. La suma de votos en Gáldar y Agüimes (¿la mitad de Agüimes tras haberse decantado en contra Antonio Morales?) dará (pongamos por caso) para dos o tres consejeros. Ya se sabe que la capital es otra historia; Las Palmas de Gran Canaria vota en clave estatal y bipartidista. Todavía hay trecho hasta 2027 e incluso puede ir a peor las expectativas de los municipalistas.
Era lo previsible que el resto de siglas reaccionaran ante el movimiento de los regidores escindidos de NC. El PSOE se prepara para resistir en Gran Canaria frente al intento de consolidar una nueva marca, sujeta a CC. Y los socialistas no iban a desaprovechar el calendario para debilitar a los oponentes y, por ende, a CC. El caos de la gestión cotidiana que invade al consistorio y venden los censurantes, no se arreglará de la noche a la mañana. Tendrán que hacer piña. Con todo, a partir del 18 de noviembre, y si el desenlace es el previsto, se pasará a otra batalla institucional en Gran Canaria que vive, desde hace más de un año, un acelerón inédito al compás de decisiones de políticos que a saber cómo cuajan sus pretensiones. Valsequillo es una señal más.










