El transfuguismo que ha azotado a NC, como le ha ocurrido a otras organizaciones, tiene un elemento diferenciador: se le reconoce claramente. Habita en el Cabildo de Gran Canaria, en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, en el Ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana, en el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, en el Ayuntamiento de La Aldea de San Nicolás… Es más, el ser tránsfuga comporta precisamente hacer gala de ello pues, además de la traición, brilla por la ausencia de escrúpulos y pudor. Incluso, solo así puede ser bienvenido por la formación política (ya existente o creada sobre la marcha) nueva: eres bienvenido en cuanto que te traes el acta bajo el brazo y, por ende, te acojo en la medida que tu movimiento político traidor me recompensa electoralmente para tratar de debilitar a mi adversario. Estamos hablando de política, de representantes públicos elegidos en las urnas por una plancha electoral determinada, ungidos originariamente por la militancia y por la voluntad popular, y (por tanto) de palabras mayores. El transfuguismo supone una doble traición: a los tuyos y a los que te han votado.
Ahora bien, hay otro caso que NC detecta: ¿qué hacer con los que mantienen un silencio gélido, calculado y prolongado para no posicionarse hasta el último momento en el que llegue la cita con las urnas en 2027? Puede ocurrir, y ya es motivo de debate interno creciente en NC, que un representante institucional esté sin mojarse en una omisión deliberada e insolidaria mientras el resto de la organización se implica, para verlas venir y, al final, elegir con qué siglas concurrir. Dicho en plata, estoy callado hasta ver por dónde sale el sol… La famosa máxima de querer apostar por caballo ganador; nada de ideología ni principios, solo vale mantener el cargo y las perras. Recordemos que las listas serán cremallera absoluta en su confección y, a la postre, facilita otear desde este instante cómo serán nutridas.
¿Este caso descrito sería transfuguismo? Jurídicamente no lo es. Pero políticamente supone una bomba lapa colocada para que explote justo en la campaña electoral. No es normal (insisto, siendo representante público por NC) no participar en nada de nada: no acudir al congreso de tu partido, no ir a las reuniones en la sede de tu municipio y no responder los wasaps de tus compañeros. Esto es un ninguneo absoluto. En realidad, esa persona hace tiempo que se fue mentalmente de la organización en la que todavía milita formalmente.
Cualquiera es libre de bajar su perfil público partidista y ponerse en la rampa de salida bajo la premisa de que no desea repetir en listas en 2027 para centrarte en tu vida tras un cierre de ciclo. Es legítimo. Son los motivos personales. Pero se dice; sobre todo, cuando están cayendo los obuses sobre tu partido. Mas cuando no se expresa ni media palabra, ni se dice si hace frío o calor, ese silencio esconde algo. Los silencios en política no son neutros. Máxime, cuando intentaron reventar el congreso de NC tan solo unos días antes con el anuncio de otro caso de transfuguismo. Si eso pasó, no es novedad los silencios sibilinos que esperan a 2027 para chantajear o proclamar un viraje a las puertas de las elecciones. Quien no se pronuncia mientras quieren dinamitar tu partido, y no hay adiós por motivos personales comunicado, lo dice todo. Esa persona ya se sabe con quién desea estar. No caben equidistancias. Se ha retratado.
