Primera Plana

El Blog de Rafael Álvarez Gil

Sí al periodismo

Sí al periodismo

Sí al periodismo

No hay democracia sin libertad de expresión. Esta fue la llama incipiente, con aroma liberal ante el Antiguo Régimen, que prendió la expansión democrática desde el afán de la Ilustración. La democracia fue paso a paso ganando terreno durante los siglos XVIII y XIX; y solo a partir de mediados del siglo XX puede hablarse propiamente de democracias sociales constituidas en Estado de Derecho. Vamos, no fue un regalo. Por el contrario, hubo que conquistarla. Fue la pugna, primero, de la burguesía contra la aristocracia y, segundo, del proletariado frente a la burguesía. La masa social es la que más necesita de la democracia: para ganar derechos, para protegerse con respecto a las minorías poderosas. Y sin prensa, sin libertad de prensa consagrada, las democracias son carcomidas.

Por otro lado, la libertad de prensa tiene mucho de gradual. Es decir, en tiempos de las viejas rotativas, los dueños de los medios de comunicación (que son empresarios) podían fácilmente censurar, desplazar y enviar al ostracismo pues la tecnología de la época era cara y solo a disposición de esos editores respaldados, a su vez, por los poderosos que estaban presentes directamente en el accionariado o entre bambalinas. En 2025, por fortuna, no es así. Y los otrora posibles de los editores, amén de la digitalización, se traslada al resto.

Un periódico debe resistir las presiones del alcalde, consejero del Gobierno de Canarias o ministro de turno. Mantenerse firme, con criterio periodístico, a las charranadas de los que tienen poder y aprovechan el señuelo institucional para tratar de pastorear a los medios de comunicación. La historia de siempre aunque, quizá, y solo quizá, cada vez menos refinada en las formas.

La línea editorial de un medio de comunicación no puede estar sujeta al capricho de nadie ni tampoco a merced del rebaño de los comentarios y su derivada de la justicia tuitera. Reaccionar regresivamente ante ambos es señal de retroceso. Además, las autoridades próximas o presidente del Gobierno, hoy puede ser uno y mañana otro. Y si das bandazos cada cuatro años, mal asunto… El periodismo tiene su propio carril a preservar que, en última instancia, puede y debe ejercer la influencia intelectual sobre la retahíla de cargos públicos, electos o no en las urnas, que erigen la democracia a diario desde la esfera institucional. Siempre, la ciudadanía toma nota. ¡Viva la libertad de expresión! Munición espiritual para denunciar desigualdades y avivar el debate político en democracia. Sin esto, no hay nada de nada. Los fantasmas extremistas asoman con fuerza en el Viejo Continente; reaparece, de hecho, la extrema derecha, el neofascismo en formato renovado. Y al otro lado del Atlántico suenan por igual las alarmas. Y también en Canarias. Que nadie nos frene. Que siga la fiesta de la mejor rotativa: la de la fuerza insobornable de la palabra.