Primera Plana

El Blog de Rafael Álvarez Gil

Periodismo y política

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Deja un sabor agridulce, al menos en mi caso, leer el segundo tomo de memorias de Pedro J. Ramírez titulado ‘Por decir la verdad. El precio de un periodismo insobornable’ (Planeta), que se encuentra en librerías desde hace solo unos días. Y digo agridulce no por el contenido en sí (se lía, de hecho, al explicar el embrollo en el que se metió cuando los atentados del 11M y empeñarse en que fue ETA…) que va en línea con el primer volumen sino, muy al contrario, y seguramente por mi experiencia, porque rescata un mundo de la prensa hoy muy diferente. El texto comienza en los años de José Luis Rodríguez Zapatero, postrimerías de su primer mandato, sin que aún estallase la bomba financiera de la Gran Recesión de 2008.

Esa crisis fue un antes y un después en la sociedad. Y asimismo ocurrió para el negocio de la prensa. Poco después comenzaron los ERE en las redacciones, con el mal ambiente que eso deja siempre cuando toca pasar tijera dentro de una empresa. Y esa es otra, con frecuencia nos olvidamos, tanto la ciudadanía como los románticos del periodismo, que los medios de comunicación son negocios, con dueños sobre la propiedad y que se guían, ante todo, por arrojar beneficios a final del curso, o al menos no tener pérdidas. Eso es así, y debe ser así.

Sin embargo, el problema estriba en que un periódico es un proyecto intelectual. La cabecera, por digital que sea, debe arrojar luz sobre el acontecer diario y ordenar lo que le sucede a la sociedad de cara al lector. Esto es, un diario ordena la sociedad, te la explica, te la desmenuza. Por eso, al tiempo, las cabeceras deben albergar el debate de pensamiento (la opinión) y, por el contrario, se le ha ido de las manos fruto de las presiones partidistas vía publicidad institucional y los temores que provocan la jauría de las redes sociales. El señalamiento es fácil cuando la justicia ‘tuitera’ se impone sobre el criterio periodístico; aunque sea solo por un escaso periodo pues enseguida se vuelve a olvidar todo… Es el inmenso océano digital. Por tanto, estos parámetros actuales distan mucho (muchísimo) al universo que narra Pedro J. Ramírez.

Para los que nos forjamos en la larga estela de la cultura de la Transición, para los del bipartidismo de misa diaria, Pedro J. Ramírez representa (con sus más y sus menos) el director que puso pie en pared al ‘felipismo’. El mismo que publicó las portadas sonoras sobre el terrorismo de Estado de los GAL y los casos de corrupción en el último periodo de Felipe González en La Moncloa; cuando la emoción del PSOE de 1982 ya estaba más que marchitada… Hoy dirige un proyecto periodístico distinto, en cuanto a exclusivamente digital, y nos ofrece un libro para revisitar el pasado reciente. Cómo ha cambiado, y tanto, el  periodismo y la política en apenas quince años mal contados. Asombra.