Primera Plana

Columna de Rafael Álvarez Gil

Naranjas de la China

Naranjas de la China

El duelo judicial entre Juan Pablo Rodríguez, el supuesto acreedor, y Juan Francisco Artiles o Más por Telde, el teórico deudor, finaliza en el Juzgado de Instrucción nº 2 de Telde. Esto en lo penal, dado el decretado sobreseimiento provisional, que a ver si es recurrido, pero persiste la hipotética deuda electoral que uno le reclama al otro y que estaría bien ventilar de cara a la opinión pública teldense; que merece saber realmente qué pasó.

La cantidad ‘per se’ lo merece: 80.000 euros, nada más y nada menos. Muchas perras en juego. Y se supone que esta conformaría el sustento principal de la campaña de Más por Telde. Claro, pasaron los años y las promesas a cambio de amor eterno se torcerían. Además, Juan Pablo Rodríguez temerá no repetir como número dos de Más por Telde pues será una mujer la que acompañará a Juan Francisco Artiles. Razón: las listas en 2027 serán totalmente cremallera dada la reforma de la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General (LOREG). Vamos, que la cosa cambia y las aspiraciones de este edil (hasta ahora presunto escudero) se van al traste.

No hace falta echar quinielas para asumir de antemano que Juan Francisco Artiles querrá volver a ser el cabeza de cartel. Esto es lo que pasa, en el fondo, a Más por Telde: para bien o para mal, todo el partido se reduce a su figura y, el día que no esté, por las razones que sean sobrevenidas, a saber cómo aguanta esta formación. A Juan Francisco Artiles le pasa, salvando las distancias, lo que a Rosa Díez y su UPyD; salió la vasca del PSOE porque no subió en el escalafón, y como reacción se montó una marca propia.

Pero retomemos el solomillo judicial: si el trance entre ambos concejales se ciñó a unas palabras de más o subidas de tono de Artiles a Rodríguez en la plaza de San Juan, en medio del acaloramiento, eso no tenía recorrido alguno. El segundo concejal podría sentirse amenazado (sensación, en parte, subjetiva) y el otro jactarse de bravucón. Puede ser descortés el acto en sí, pero no necesariamente merecer reproche penal.

Queda la deuda de los 80.000 euros que a Juan Pablo Rodríguez le desvelará más de una madrugada para ponerse a caminar en pijama por los pasillos de su casa mientras se imagina al otro descojonarse en la suya mientras reposa la cabeza en su almohada. La mente rinde malas pasadas. Más por Telde dice que no hay deuda. Por tanto, uno miente. Es diáfano que, reforma legal en mano, Juan Pablo Rodríguez tiene los días contados en el salón de plenos. Esto tendrá un pase, aunque si te deben 80.000 euros y te vas a ir a tu casa en 2027 sin volver a verlo, es de juzgado de guardia; aunque sea por la vía civil. Menudo entuerto.