Se ha recuperado la normalidad en el grupo de NC en el Cabildo de Gran Canaria. En realidad, cierta normalidad. La que se puede tras el desgarro provocado por último. No tenía sentido que siguiese de portavoz quien se ha ido y fundado otro partido. Era una anomalía. Ha recuperado, por tanto, NC la portavocía, recayendo en Carmelo Ramírez. La importancia de que sea el tirajanero radica, primero, en que ha sido el estandarte desde hace tiempo de este espacio político en la institución insular; antes, incluso, de los mandatos de Antonio Morales. Segundo, es el que mejor refleja la unión orgánica con NC y, por consiguiente, es el idóneo para timonear el grupo hasta 2027. Esto no va de edades, sino de congruencia y fundamento. Por cierto, un joven puede ser un sabio y un reposo de madurez y, por el contrario, una persona mayor puede ser insensata y cretina. La vida es compleja. No se ciñe, ni mucho menos, a las edades. Por eso, apelar a la renovación puede tornarse en un arma de doble filo; hay veces que es pertinente, otras no.
Así las cosas, NC vuelve a ser lo que era de cara a la isla. Se había distorsionado tras el montar otra formación dos consejeros, ahora minoritarios dentro del grupo. La herida no se cura de la noche a la mañana. Por eso es importante que Morales se haya posicionado. Se puede y se debe compaginar la cautela institucional con la convicción política. Lo primero sin lo segundo es burocratización y vaciamiento del dirigente político, grisura anodina que ahonda en el desaliento progresista; impropio de la imagen que Canarias ha tenido de Morales y que urgía recomponer, al margen que aún toca aclarar qué ocurre en Agüimes, su Agüimes (el de Morales): un municipio que siempre fue referente del nacionalismo de izquierdas y la izquierda canaria.
Agüimes es Morales como Morales es Agüimes. Un pueblo y un alcalde. Esa panoplia fue precisamente la que avaló el salto del agüimense a la Presidencia del Cabildo de Gran Canaria en 2015. En aquel momento, a rebufo del 15M y las mareas ciudadanas contra el ‘austericidio’. Por lo tanto, un Morales ideológicamente irreconocible generaba orfandad en la ciudadanía que lo votó y apremiaba subsanarlo.
Morales y Ramírez, junto a otros, representan una estirpe política en Gran Canaria que han tratado de laminar con el concurso de CC. Son dos perfiles, con sus sutilezas respectivas, que se han movido toda una vida en la misma senda ideológica. Este primer paso permite recuperar la cordura en el Cabildo de Gran Canaria y que torne el discurso de NC y Morales del nacionalismo de izquierdas y la izquierda canaria, defendido desde 2015, e incluso antes. Hoy los vientos de la ultraderecha soplan con mayor fuerza que entonces. No caben descuidos ni frías y calculadas equidistancias.










