Primera Plana

Columna de Rafael Álvarez Gil

El rey

El rey

Juan Carlos I sigue siendo el rey, aunque lo sea emocionalmente para el relato intergeneracional de los que se hicieron adultos durante la Transición. Para bien o para mal, sigue siendo el rey para estos que justo ahora conmemoran los cincuenta años de la muerte del dictador y, a la par, observan con intrepidez qué rápido se pasa la vida. Y es que el tiempo no se detiene, para nadie; su trascurso no entiende de clases sociales.

El rey actual, Felipe VI, lo es gracias a su padre que fue el rey, a la vez, amén de que Francisco Franco le preparó la designación desde su régimen dictatorial. La Transición y, por ende, la Constitución de 1978 nunca puso en duda la monarquía parlamentaria: un elemento indisponible y previo al pacto político. Luego, a pesar de los designios de Franco, aunque quizá muerto ya todo le daría igual lo que le ocurriese a España, Juan Carlos I hizo lo que correspondía: aperturar la democracia. Su gran mérito que, desde luego, lo hizo obligado por la presión popular y las ganas sociales de cambio para parecerse a Europa.

Y esta tarea, a reconocer, es el leitmotiv de su libro ‘Reconciliación’ (Planeta) que está en las librerías y se venderá como roscas en Navidad. Al amparo de su publicación, acaba de lanzar un vídeo que ha descolocado a la Casa Real. No venía a cuento. Se entiende que los reyes eméritos se retiran y guardan un acontecer recoleto en palacio con salidas discretas a la calle. Ese era (y es) el plan ideal para cualquier monarquía. No para la nuestra. En verdad, todo guarda hoy congruencia con el estilo de vida disoluto que llevó Juan Carlos I; subrayo, con independencia de sus provechos para la democracia.

Juan Carlos I debe volver. El rey, el emocional de la Transición, tiene que regresar. Y hacerlo cuanto antes. Cuando algún día fallezca, ojalá que sea lo más tarde posible, si lo hace en el ‘exilio’ se originará un caos organizativo, dará pena y enseguida surgirá un mártir que deben evitar los republicanos a toda costa, las izquierdas para entendernos. Además, no sirve de nada mantener esta situación en Abu Dabi. Lo hecho, hecho está. Tiene que regresar el rey a España. Otra cosa es cómo la Casa Real capea que haga y deshaga a su antojo. Le falta pudor. En todos los órdenes de la vida es importante saber cuándo irse. Nadie es imprescindible. Tampoco el rey.