Primera Plana

El Blog de Rafael Álvarez Gil

Hacer el amor

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Los mayores dolores, los principales, en la vida devienen o bien de algo que deseamos profundamente pero no logramos o, por el contrario, el discurrir de la trayectoria nos arrebata lo que sea sin nosotros quererlo. Este es el trance. Un dilema en el que hay que integrar las pérdidas y, de paso, no perderte en los triunfos. Mal negocio el que resulta desaforado en la borrachera del éxito. En este periplo estamos todos inmersos. Y en medio de todo eso brota el amor, que también forma parte del deseo.

Porque la cuestión estriba ahí, precisamente ahí, en cuanto que el amor no se demanda ni se exige sino que aflora sin más, es natural. El amor no se compra, no se alquila, no se puede forzar… Algo tan aparentemente sencillo y que, en cambio, en numerosas ocasiones exige años y décadas para entenderlo. De tal manera, que muchos viven en un amor falso por no querer destapar la verdad, afrontar las consecuencias o llamar las cosas por su nombre.

El amor es, al tiempo, aceptación de la derrota. Es más, asume la victoria siempre como un escalón continuado en el que queda mucho por hacer. Bien mirado, el que vive aferrado al amor (y todos deseamos amor) pronto descubrirá u oteará que no hay fin pues detrás de un meandro del río de la vida viene otro enseguida. No hay final sino descansos en los recodos para después continuar la marcha.

El amor entiéndase, por tanto, en todos sus términos, fases y ángulos. Que es, por ende, el amor en su plenitud. El amor de vida. Mas recalco que o nace o nada. No hay impostura que dure mil años. Por eso el misterio es que ese amor tienes que gestionarlo; ya que a veces lo querrás y no lo tienes o se te va sin tú quererlo. El amor de pareja, el amor de amistad, el amor de una madre, el amor de un padre, el amor de los familiares en su conjunto… Todo eso es amor. Incluso, el amor al prójimo. Si entras en una panadería a comprar sin una sonrisa afable, estarás adquiriendo una barra de pan pero no estarás haciendo el amor. Dar y desprenderse. El amor es lo contrario al egoísmo. El amor no tiene doblez. Hacer el amor. Quien no ama, no se conoce. Quien no ama, se ha perdido a sí mismo. Quien no ama, permanece enquistado en un laberinto aciago de tristezas y frustraciones. Amor noble, amor honesto. Hagamos el amor.