La renovación de NC supone un marco novedoso para la izquierda canaria que arroja posibles en el campo del nacionalismo. Los esfuerzos y la capacidad de trabajo se aceleran. El plan está trazado. Se rubrica una regeneración que da pie a un ciclo de afianzamiento y claridad ideológica del nacionalismo de izquierdas. Y sin mirar por el retrovisor. La ilusión y el futuro no está para carcomerse en lo que podía haber sido y no fue; y que, encima, ha sido así porque los que se van y entran en las organizaciones lo hacen libremente. Frente al enredo de la vacuidad distraída en cómo abrazarse a CC, la respuesta es diáfana: nacionalismo de izquierdas, izquierda canaria. A estas alturas, proceso congresual mediante, aún no finalizado pues faltan los ámbitos insulares y municipales, el nacionalismo de izquierda está en NC y, por ende, los que están ubicados personalmente en estos postulados han decidido quedarse en el partido.
La izquierda canaria debe aumentar su capital político. Crecer en la afiliación, establecer lazos con otras organizaciones, estrenar sedes… Hay proyectos por ejecutar a nivel interno y hay ilusión. Generación de cuadros y cultura militante. Esto acaba de empezar y se concita una expectación que gira, particularmente, en torno al liderazgo de Luis Campos.
NC tiene que cuidar con esmero el aparato y la organización en su conjunto. Esas olas de ida y vuelta a las instituciones que descuidó las siglas por dentro, da paso ahora a un fortalecimiento interno que se personifica en cuadros, militancia y asambleas. Con esta savia se rearma para dar la batalla electoral en 2027.
En el último año no hubo desavenencias sino la plasmación de postulados políticos distintos. Con todo, ya el retrato es cristalino. NC es NC. NC no es CC. NC no se vende ni es alfombra supeditada a objetivos torticeros. El nacionalismo de izquierdas se encarna a diario en los ateneos de NC, espacio político en el que habita, con dignidad, con ganas de ir a más, el nacionalismo de izquierdas que nuestra tierra y las clases medias y trabajadora de Canarias necesita. Sin personalismos, sin escaleras estrafalarias para empatar cargos institucionales, que trataron de relegar al nacionalismo de izquierdas a la pancarta justificativa de lo que se tercie. Se acabó todo eso. No hay tiempo que perder. La voluntad colectiva es manifiesta y, con ilusión, afronta el ciclo que estrena.