Una de los cimientos que más se está deteriorando en la democracia es la reserva espiritual del periodismo. Y lo menciono así, reserva espiritual del periodismo, porque el llamado cuarto poder es testigo de la vida diaria de la sociedad pero al tiempo toma distancia (que era respetada) por parte de la ciudadanía. Desde luego, el periodismo tenía sus trances periódicos con el resto de poderes (léase, especialmente, el político y/o empresarial) pero era un territorio acotado y valorado porque se sabía que sin el mismo la democracia no operaba y a la vez se le presumía credibilidad.
A fin de cuentas, la labor de los periódicos y los medios de comunicación (se presupone) es servir de lucero y guía de la sociedad. Dicho en otros términos, vehicular el debate intelectual; los diarios eran su primera expresión al respecto. Todo ese mundo se ha ido perdiendo a favor de las redes sociales donde, es verdad, se ha ganado capacidad de soltar lo que sea sin tener que contar con el beneplácito del editor, aunque se ha tornado en una ciénaga donde, con frecuencia, reluce el sectarismo, odio y demás lindezas similares que degradan el espacio de la opinión pública.
Por ejemplo, en estos últimos días la justicia tuitera ha puesto el foco en el hijo de Xabier Fortes que está realizando prácticas en TVE. La intención de fondo es ir contra Fortes y utilizan al hijo o lo que se tercie; ya no hay límites. Para empezar, va de suyo que cualquier progenitor quiera lo mejor para sus descendientes y mueva Roma con Santiago (en cualquier campo de la vida) para lograrlo; aunque nadie puede afirmar que, en este caso, lo haya hecho, pero da igual. También, el hijo de Fortes acreditará méritos para hacer esas prácticas en TVE. Pero se ha aprovechado esas prácticas, insisto, unas meras prácticas, para cargar contra el periodista gallego.
Evidentemente, el programa que Fortes conduce, ‘La Noche en 24 Horas’, es de lo mejor en el periodismo político actual. Responde a la estirpe clásica donde hay variedad de opiniones y, de hecho, los contertulios que participan son de diferentes periódicos que, no olvidemos, cada uno tiene su línea editorial. Si este programa en la cadena pública antes o después decae producto de un cambio de Gobierno, y los de Vox en las redes lo están vaticinando ya, es evidente que hemos perdido la reserva espiritual del periodismo.
Siempre el alcalde o político de turno (de todo pelaje) le ha agradado no tener que rendir cuentas a los periodistas. Lo normal. Sin embargo, pretender laminar el periodismo es una táctica propia de los autoritarismos y totalitarismos. Cuidado porque hay muchos que están por la labor de finiquitar a Fortes o el que sea con tal de prescindir de un contrapoder esencial en democracia como es el periodismo.










