El Derecho Internacional es una de las ramas jurídicas, o la que más, en la que entronca la disputa entre el principio de normatividad y el principio de fuerza (que explica y deviene en el derecho de conquista histórico que acunó a los imperios). Viene esto a colación del último movimiento de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en el que, en parte, y solo en parte, da cobijo por primera vez a las pretensiones de Marruecos de ofrecer la autonomía al Sáhara Occidental, a lo que Rabat llama sus provincias del sur. En realidad, es una auténtica contradicción pues la autonomía nunca se impone y, al margen del procedimiento reglado, como lo tuvo por ejemplo la Constitución del 78, finalmente esa autonomía hay que votarla. Recalco: la autonomía nunca se impone. Y es aquí donde Marruecos a sí mismo entra, al tiempo, en otra sobrevenida contradicción. Me explico. Si deseas desplegar la autonomía a tus provincias del sur, necesitas la concurrencia coral plasmada en una votación en la que, ‘per se’, tendrá que votar el pueblo saharaui (censo todavía por definir). Es decir, si el pueblo saharaui a través de su representante legítimo que es el Frente Polisario, está pidiendo la celebración del referéndum de autodeterminación para la descolonización, ¿cómo vas a sujetar ese artificio de la votación autonómica de la mano del pueblo saharaui? ¿O es que Marruecos acaso está barajando una votación en la que no participen todos los que deben?
Por consiguiente, con independencia del pronunciamiento último de la ONU, la situación sigue siendo la misma. Es más, prosigue el conflicto bélico (por mucho que sea de baja intensidad) entre Marruecos y el Frente Polisario. Por tanto, los cohetes que lanza Rabat no lo son para tanto.
Por eso, y vuelvo al comienzo, el Derecho requiere de la fuerza coercitiva que obligue a su cumplimiento. Dicho de otra manera, si nadie incumpliese una norma (la que sea) no haría falta ni jurisdicción que controle el sometimiento a la ley o al tratado internacional ni ejecución por la fuerza del Derecho.
Es aquí donde los marxistas, y con razón, diferencian entre el Derecho formal y Derecho material. Una cosa es la formalidad y otra bien distinta la consumación del Derecho. En incontables ocasiones no casa lo uno con lo otro. De ahí, que cuando una norma formalmente sigue en vigor pero no se cumple, por lo que sea, no le acompaña la realidad sociológica para entendernos, entra dicha norma en desuso, pierde gradualmente legitimidad creciente. Y comienza el final progresivo de la norma en cuestión. Es el principio del fin de la norma. Encima, en el Derecho Internacional todo es más crudo; y suele acabar en guerras. Como el mismo conflicto bélico presente entre el Frente Polisario y Marruecos. Todo esto, me temo que la ONU no lo calibró.










