Primera Plana

El Blog de Rafael Álvarez Gil

Reavivar San Francisco

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Uno de los grandes retos que Telde tiene pendiente es cómo reavivar San Francisco. Y no me refiero con ello a la cuestión meramente turística, que la tiene, que es importante, y mucho, sino a darle vida propia a esta zona histórica que (junto a San Juan) es el corazón de la ciudad de los faycanes. Así las cosas, en gran medida todo esto pasa por utilizar (de verdad) la iglesia que está en la misma plaza del barrio típico de la arquitectura popular canaria. Y ese templo, para que tenga actividad, requiere que cuando menos ofrezca culto de manera estable en el tiempo; vamos, una misa diaria.

Dicho esto, de nada sirve rehabilitar y mejorar la iglesia de San Francisco si luego permanece cerrada a cal y canto. O, pongamos por caso, abierta solo un rato para los turistas. Extremo este último que ni siquiera se ha cumplido. Además, no es de recibo para el vecindario. Crear comunidad en San Francisco implica darle un meneo (en el mejor de los sentidos) al templo. Que tenga una agenda propia, disponga de actividades a desarrollar con frecuencia de carácter cultural, que sea sitio de oración y misa y, en definitiva, que no se ciña a ser un mero apéndice de la basílica de San Juan.

Para esta misión hace falta el concurso tanto del Ayuntamiento de Telde como del obispado. A buen seguro, conllevaría rubricar un convenio por ambas partes para que la diócesis destine un sacerdote fijo al lugar, justo cuando las vocaciones son cada vez menos, y este tenga el aliciente de que el consistorio lo fomente. Dicho en plata, tiene toda la pinta de que solo el obispado meterá mano en el asunto si el Ayuntamiento de Telde, por voz y deseo de las vecinas y vecinos, se lo pide y lo promociona. De lo contrario, todo dormirá en el sueño de los justos.

Por consiguiente, no basta con la retahíla usual de cuidar el conjunto arquitectónico de San Francisco, que hay que hacerlo, sino a la vez recrear la vida en la zona que, recalco, se sostendría (sí o sí) en que la iglesia tenga su rutina religiosa y, por ende, no quedar cerrada ni ser un nexo de la basílica. O los responsables públicos se ponen manos a la obra o, de lo contrario, San Francisco no saldrá del sempiterno debate entre su valor inmenso patrimonial y las rutas turísticas. Los teldenses no deben limitarse a ser figurines de todo este recinto, el atrezo, por bien que esté y sea preciso, sino que ellos mismos puedan disfrutar por sí y para sí de San Francisco. Se trata, al fin, de que lo mejor de Telde viva autocentrado.