La intención del PP de gobernar en solitario amén de la abstención de la ultraderecha es una quimera. Con Vox disparada en las encuestas, en ocasiones, representándola con respecto al PP como lo fue Unidas Podemos en sus inicios en cuanto al PSOE, es impensable que Santiago Abascal vaya a sacrificarse sin más para que Alberto Núñez Feijóo sea investido presidente del Gobierno y solo haya ministros populares. Por el contrario, Abascal pondrá un precio alto a su respaldo y querrá, como es natural por otra parte, ser cuando menos vicepresidente del Ejecutivo y concurran ministros suyos en los llamados ministerios de Estado (Interior, Defensa, Justicia…).
Si Vox entra en el poder central lo hará en la espina dorsal del llamado sistema del 78 en aras, eso sí, de demolerlo. Vox no solo quiere finiquitar el bipartidismo, que también, sino asaltar los cimientos del consenso de la Transición; monarquía incluida, y demediando a los obispos. Y para tal fin se sirve del nuevo mundo de la comunicación, las redes sociales y la desmemoria histórica sobre lo que representó la dictadura franquista y la represión.
Las cosas son tal como son. O, si lo prefieren, como ahora dibujan las encuestas. Feijóo podrá prometer cuantas veces quiera que no contará con Vox y, sin embargo, una extrema derecha con 50 diputados o más se antoja como socio indispensable del PP en el Ejecutivo central. Todo lo demás es magia potagia, naranjas de la China. Y el PP lo sabe; al menos, en su cuartel general en Madrid.
La única carta que le queda a los populares para evitarlo es descansar la responsabilidad sobre el PSOE. Que Ferraz se abstenga como antídoto para que Vox no tenga ministerios. Con Pedro Sánchez, eso es imposible. Y el PP, vuelvo a lo mismo, ya lo sabe. De hecho, el ‘sanchismo’ se basa en aquel “no es no” que le plantó a Mariano Rajoy. Por otro lado, no es descabellado pensar que si el PSOE se abstuviera para favorecer al PP, puede perfectamente conllevar que el bipartidismo dinástico y sistémico se desmorone por fascículos; y ya llevamos varios de la colección desde que estallara la Gran Recesión de 2008, el ‘austericidio’ y el 15M. Si el PSOE decae y la izquierda se transforma en otra cosa, pensemos en un frente popular, el espíritu del bipartidismo quedará en un solo anclaje erigido en el PP como si fuese una posmoderna UCD. Y eso, también, lo quiere evitar Vox a toda costa. Pase lo que pase en la próxima cita con las urnas, nada será gratis para Feijóo.