Primera Plana

El Blog de Rafael Álvarez Gil

Morder en el PSOE

Foto 10

Jordi Sevilla se despachó ayer en una entrevista en ‘El Mundo’ reclamando una regeneración interna (posible según él) dentro del PSOE. La verdad es que clama en el desierto. Los partidos solo se renuevan cuando pierden el poder. Por el contrario, no hay pegamento más efectivo para unas siglas que ostentar el poder para repartir cargos a mansalva, eso les une a todos aunque vayan rumbo al precipicio. El PSOE que Sevilla invoca ya no existe. Desapareció cuando el ‘sanchismo’ liquidó a Susana Díaz que era la última legataria del socialismo nacido en Suresnes y que tuvo su broche de oro en la Transición y las elecciones generales de 1982. La andaluza cometió la torpeza de darle el paso a Pedro Sánchez para que le calentara el sillón en Madrid hasta que ella, finalmente, se decidiera a dar el salto a la política estatal. Ingenua, o sin criterio, fue superada enseguida por el ‘snachismo’ que resistió en Ferraz contra viento y marea. Es más, le dio la vuelta a la tortilla en las primarias tras ser destituido en aquel Comité Federal donde se lo cargaron los otrora barones territoriales como si fuese una escena más de la novela de Manuel Vázquez Montalbán titulada ‘Asesinato en el Comité Central’.

Sánchez enseguida lució imagen de víctima y engatusó a la militancia para cargarse los pilares del ‘felipismo’ e instaurar un partido cesarista donde ya no hay poderes intermedios. El PSOE, hoy por hoy, solo es Sánchez y la militancia (lo que queda). Y Sánchez hace y deshace en función de su voluntad, capricho o aprietos judiciales en torno a su familia. El PSOE de cuadros que estuvo vivo con José Luis Rodríguez Zapatero se fue al garete. Ya entonces, el secretario de Organización, José Blanco, no tardó en ventilarse (uno a uno) a los escuderos de Zapatero que brillaban por su propia valía: el mismo Sevilla, Jesús Caldera, Juan Fernando López Aguilar… Blanco fue un ‘apparatchik’ de tomo y lomo, uno de esos tantos que pululan dentro de los aparatos para sembrar el prieta las filas al precio que sea y laminar el talento que él no dispone. La película de siempre de los partidos.

El desahogo de Sevilla en ‘El Mundo’ es gastar pólvora en salvas. Primero, por lo ya dicho: no habrá rebumbio socialista salvo que las encuestas, en el último instante, provoque un desenfreno en las plantas de Ferraz de tal magnitud que hagan que el candidato sea otro. Difícil aun así que se produzca. Segundo, la mejor armadura que tiene Sánchez para encarar los trances judiciales familiares es estar al mando del PSOE, gobierne o esté en la oposición.

Así las cosas, el PSOE no es lo que era. Antes o después, el ‘sanchismo’ perderá las elecciones. Nadie es eterno en La Moncloa. Y luego habrá que ver cómo resurge la socialdemocracia en España o, en cambio, se diluye o sobreviene un frente popular al estilo francés. A saber. El poder territorial socialista en el presente es escaso. Casi solo queda la Administración General del Estado. Y, eso sí, el miedo sociológico a la ultraderecha. Mas una juventud atraída por el radicalismo de Vox, aliñada por la desmemoria histórica, a ver cómo el PSOE (o el que fuese) lo combate. Poco margen para Sevilla y los exministros de un PSOE que, tal como lo conocieron, no existe.